Jaso dezagun hiri bat

La Akordeoi Topaketa ofrecerá en esta 8ª edición y al igual que en las anteriores un concierto colectivo como eje central de la jornada de encuentro entre acordeonistas.

Se propone un repertorio centrado en autores de diversos estilos y construido sobre la base de una filosofía marcada por uno de ellos; Paul Hindemith y la Gebrauchmusik.

Paul Hindemith aged 28 (1923). Hindemith studi...

Image via Wikipedia

Paul Hindemith fue uno de los principales innovadores en el modernismo musical de la primera mitad del siglo XX y una de las figuras más importantes dentro del panorama musical alemán de esa época.

La Gebrauchmusik (que literalmente significa “música para usar”) define la visión de la música que tenía Hindemith quien tenía la creencia de que el compositor debía actuar como un artesano, al tiempo que debía mostrar en su música las necesidades sociales, música definida como algo que estaba escrito para ser interpretado y escuchado no sólo por profesionales, sino también por amateurs y estudiantes.

En este sentido Hindemith dedicó una significativa parte de su producción, a finales de la década de 1920 y comienzos de la de 1930 a aquellas composiciones que podían ser interpretadas por músicos no profesionales entre las que se encontraron: algunas piezas corales, obras para orquestas de cuerda y conjuntos de viento, y sobre todo la obra infantil de teatro con música Wir bauen eine Stadt (Construimos una ciudad, 1930).

La partitura de Wir bauen eine Stadt (Construimos una ciudad – Jaso dezagun hiri bat) será adaptada para esta ocasión por Joxan Goikoetxea y los textos serán traducidos  al euskera por el escritor Juan Garzia (info) . Wir bauen eine Stadt (Construimos una ciudad – Jaso dezagun hiri bat) supone por todo ello una obra ideal para entroncar con los objetivos y el potencial de los participantes en la Akordeoi Topaketa que  podrán disfrutar de un universo sugerente y constructivo (nunca mejor dicho).

En 1930 el compositor alemán Paul HIndemith (1895-1963) escribió una serie de pequeñas piezas para orquestas escolares. Wir bauen eine Stadt (Construimos una ciudad – Jaso dezagun hiri bat) fue definida como una ”obra para niños” que describía la construcción y visión general de una ciudad moderna. Lo inusitado es la edad de sus habitantes: ”En nuestra ciudad los adultos no tienen nada que decir. Nuestro alcalde tiene siete años de edad, y todos los tíos y tías son niños o niñas. Incluso el director de tráfico es un niño”.



Wir bauen eine Stadt (Construimos una ciudad – Jaso dezagun hiri bat) ofrece una extraña impresión en más de un sentido. Para empezar se trata de una singular alternativa a una sociedad de personas adultas. En segundo lugar, combina una música constructivista con una letra anticuada-modernista. Los textos denotan una ingenua fe en el progreso y en una represión abierta. La complejidad de la etapa técnica que se avecina es disimulada para hacerla parecer simple, de modo que todos los aspectos de la vida de una ciudad moderna adoptan un carácter modelado. Como consecuencia, una extraña inteligencia adulta parece hablar a través de la organización de este mundo infantil. Los temas tratados son el tráfico, la educación, la higiene, la protección al consumidor y el crimen. El autor del texto, Robert Steitz (1891-1938), desarrolla una tendencia a crear profesiones o  grupos ocupacionales, (frases como   “Yo soy el revisor del tren”), cuyos miembros tienen que tratar en todo momento con quejas de los clientes (”Esto tiene gusanos”).  Al final de la obra, los ladrones que roban relojes, patatas, coches y perritos son arrestados.

Durante los últimos años me he apartado casi completamente de los conciertos y he escrito mayormente música con intención pedagógica o social: para los amantes de la música, para niños, para la radio, música mecánica, etc… Considero esta clase de composición más importante que la escrita con vistas a un concierto, porque esta última se ha convertido en una tarea técnica para el músico, y casi nada de lo llevado a cabo favorece el desarrollo de la música”.

Paul Hindemith escribió estas líneas el 9 de mayo de 1930 a la conocida patrocinadora de las artes Elizabeth Sprague Coolidge. Unas pocas semanas después su obra para niños Wir bauen eine Stadt (Construimos una ciudad – Jaso dezagun hiri bat) era estrenada por la Escuela Infantil de Berlín. En esa época Hindemith era un compositor destacado además de ser muy requerido como el violista más virtuoso de Alemania y como director de orquesta. ¿Qué le indujo a dedicarse al no demasiado prestigioso campo de la educación musical?

Si reflexionamos por un momento veremos que la decisión no fue tan sorprendente. Durante toda su vida, Hindemith sintió un impulso interno a enseñar, y con bastante ironía, se autodefinía frecuentemente como “maestro de escuela”. Pero siendo a la vez un intérprete (“artista de espectáculo”), conocía también los negocios de la música, con los cuales se sentía profundamente insatisfecho. Es por esta razón que ya en 1922 había fundado su Comunidad para la Música (Gemeinschaft für Musik), de corta vida, sobre cuyo propósito expresó: “Estamos convencidos de que el concierto, en su forma actual, representa una institución que debe ser combatida e intentaremos restaurar por todos los medios el ahora casi inexistente sentido de comunidad entre el intérprete y el público”.



Para solventar el distanciamiento entre los músicos -profesionales, especializados-, y su público -pasivo, simple consumidor-, Hindemith optó por dos soluciones: orientó su composición hacia lo que sus audiencias pudieran comprender, e introdujo a los aficionados a la música contemporánea haciéndoles vivir la música que ellos mismos pudieran interpretar.

En 1929 Hindemith produjo la “obra didáctica” que había escrito en colaboración con Bertold Bercht utilizando el slogan “mejor hacer música que escucharla”. Esto también podría haber expresado la filosofía del movimiento musical Routh, muy activo en esa época, que idealizaba una nueva especie de músico, aficionado, amante de la música y hacedor de música. Hindemith se burló de estos “sectarios”, para quienes la experiencia musical no era sino un medio de invocar un vago sentido de pertenencia. Sin embargo, durante el período que va de 1927 a 1932 -etapa en la que produjo la mayor parte de su obra pedagógica-, su pensamiento coincide virtualmente con el del movimiento Routh, dando a conocer la idea de “Gebrauchmusik” (Música Utilitaria, término del que Hindemith se desvincularía posteriormente). Esta implicó un cambio en el objeto de atención, que pasa de ser la composición -a la que el artista debe subordinarse-, el acto de la creación de la música, la representación o interpretación particular, a la satisfacción de las necesidades concretas a las que la composición debe someterse.

Así pues, en la obra para niños Wir bauen eine Stadt (Construimos una ciudad – Jaso dezagun hiri bat), Hindemith se limita a especificar las partes graves, medias y agudas de la orquesta, quedando la elección concreta de los instrumentos sujeta a la disponibilidad del momento. La partitura indica dónde son posibles el doblaje en octava y la duplicación instrumental; pandereta, tambores y piano pueden ser añadidos a voluntad. En su prólogo Hindemith subraya que “esta pieza ha sido escrita para la instrucción y material práctico para los propios chicos que como entretenimiento para un público adulto. Esto no debe ser visto como una excusa para justificar una pobre calidad; simplemente sigue el lema ‘mejor hacer música que escucharla”. Hindemith fue muy criticado por la simplicidad de su música amateur por personas como Schönberg y Adorno. Sin embargo, lo que estos críticos estaban pasando por algo aquí es que, mientras que Hindemith efectivamente redujo las exigencias técnicas pedidas a los músicos, jamás cedió en cuanto al nivel estilístico se refiere. Las ideas que Hindemith tenía sobre calidad quedan caracterizadas en dos frases de su discurso “Sterbende Gewasser (1963)”: ‘No es difícil conquistar el mundo con sensaciones.  Lo que es más duro es crear música para niños, para aficionados… en resumen, para aquellos cuyo talento musical es limitado o prácticamente inexistente”.



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